Desde el momento en que llevé a mi hijo Cristóbal a Musul, nuestra vida cambió de una manera genial. No es solo una academia donde se entrena; es un hogar, una comunidad. En Musul, no solo encontramos técnicas y disciplina, sino también un grupo de personas que se han convertido en nuestra familia. La transformación que hemos experimentado va más allá de lo físico; es un viaje de crecimiento personal y conexiones humanas invaluables.